26 de abril de 2007

¿Quién dice que es fácil?

Vaya por delante que soy un "hincha" del cine argentino. Sí, ya sé que decir "cine argentino" puede ser tan abstracto como decir "cine español", donde nos encontraremos con películas tan diferentes como "Torrente III", "Los otros" o "Volver". Quizá me refiero al cine argentino que nos llega a España, o al cine argentino más popular, al intimista, preocupado por las relaciones y los caracteres humanos, al de películas como "El hijo de la novia", "Conversaciones con mamá", "Un lugar en el mundo", etc. El dominio de los diálogos y los silencios, de los personajes, del toque cómico incluso en el drama, del toque dramático incluso en la comedia, son algunas de las características de este "cine argentino" al que me refiero. Y "¿Quién dice que es fácil?" está en esta tónica, para lo bueno y para lo malo.

Taratuto, tras el éxito de "No sos vos, soy yo", vuelve a la carga con una comedia de similar planteamiento, liderada por Diego Peretti en el papel de Aldo. Propietario de un pequeño negocio de lavado de coches, su vida cambia cuando en uno de los pisos que alquila, contiguo al suyo, entra a vivir una joven y guapa fotógrafa. Aldo, de valores tradicionales, conformista y cobarde en general, pronto se ve cautivado por la magia de Andrea (Carolina Peleretti, que en vivo, por cierto, es tanto o más atractiva). Su nueva vecina es atrevida, inquieta y de una sexualidad muy activa. El amor que surge entre ambos supondrá un choque frontal de valores con un hándicap añadido: ella tiene un bebé cuyo padre no conoce.

¿Y por qué, "para lo bueno y para lo malo"? Si a uno le gustó "No sos vos, soy yo", le gustará este nuevo filme. Si uno aborrece el cine argentino, no encontrará aquí nada nuevo. Yo soy de los que siempre queda hipnotizado por esos ambientes humildes, por esas historias sencillas que, desde el drama o la comedia, o desde ambas, siempre tratan temas universales como quien habla del tiempo. La sexualidad de la mujer, el machismo, el amor entre opuestos, etc. son algunos de los temas que aquí salen a la palestra. Y, como siempre, personajes un tanto caóticos, muy humanos, sin grandes aventuras que contar, la mayoría antihéroes, pero siempre entrañables.

Taratuto y Solarz han optado por la comedia, y uno podrá encontrar más o menos clichés, más o menos lugares comunes, pero la fórmula, para mi gusto, vuelve a funcionar. Consiguen que la mayor parte del tiempo dibujes una sonrisa y, en muchas ocasiones, que te rías bien a gusto. Quizá esté un peldaño por debajo de su anterior película, pero es una obra entretenida, profunda en muchos momentos, y en la que uno tendrá la posibilidad de encontrarse a sí mismo.

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