2 de abril de 2007

300

A veces uno se resiste a creer que más de un millón de personas puedan estar en lo cierto. El tiempo demuestra que las cifras de taquilla no suelen hablar de la calidad del producto y, en cierto modo, el espectador exigente (otros le llamarán orgulloso, erudito, soberbio, culto, alternativo, arrogante, o ninguna de estas, o todas a la vez) tiende a relacionar taquillazo con pastelazo. Sin embargo, estos términos no tienen por qué ser sinónimos a la fuerza. Es el caso de 300.

Si bien es cierto que me ha parecido una película muy buena, debo aclarar también que me desmarco de aquellos que ven aquí un antes y un después en el cine, o de quienes consideran que 300 es una película total, perfecta, sublime. Puede que como producto de entretenimiento sea un 10, pero si el cine es algo más que eso, y quiero pensar que sí, no pasa de película notable.

La historia, o la historia de la historia, ya la conocen. 300 recrea a su manera la batalla de las Termópilas, imitando el cómic homónimo de Frank Miller, que a su vez se inspiró en la película de 1961 "The 300 espartans" (traducida como "El león de Esparta"). Los hechos históricos en sí fueron recogidos por Heródoto de Halicarnaso (484aC-425dC) en su obra "Historiae" o "Los nueve libros de historia", donde se narran con más fidelidad ésta y las otras batallas que los griegos mantuvieron con los pueblos bárbaros (en especial contra los persas en las Guerras Médicas). Su relato ha sido la fuente de información primaria para unos y otros.

A pesar de esto, que nadie espere ver una película histórica. Es más, que nadie salga del cine pensando que ya conoce un poco más a los espartanos y a los persas (bueno, si al oír espartano pensaba en un liberador de esclavos, y al oír persa sólo le venía a la mente un gato con mucho pelo, entonces puede que sí, puede que haya aprendido algo). Frank Miller nunca ha negado que lo que le atrajo de todo esto fue la esencia. En realidad, ni los espartanos eran 300, ni luchaban desnudos, ni los Diez Mil Inmortales iban disfrazados para Halloween, ni Efialtes era un jorobado deforme, ni un largo etc. Es decir, la obra no es una fiel crónica de lo sucedido en aquel desfiladero, pero en favor de los autores debo apuntar que nunca han intentado venderla así. Se equivoca quien utiliza estos argumentos para desprestigiarla.

Ahora bien, una película debe sostenerse por sí misma. Si necesitas leer una docena de entrevistas al director, tropecientas críticas a cuál más lúcida, y mirarte todos los extras del dvd para que te parezca perfecta, quiere decir que algo falla. No me importa si 300 miente más o menos, pero echo en falta algo de contexto, alguna subtrama con fuerza, algo más que espadazos a diestro y siniestro. La película cautiva por su estética, por su fotografía, por su ritmo frenético... pero pasados unos días (los más avispados quizá no precisaron de más de unos minutos) uno se da cuenta de que no deja tanta huella como podría parecer. No recordaré con especial cariño a ningún personaje (ni siquiera a ninguno de los actores y actrices que los encarnaron), no destacaré el argumento en ninguna conversación (300 aguantan los envites de un millón para defender a su pueblo), no me entusiasma especialmente el tema de fondo (la defensa de la libertad a toda costa, un rollo patriótico muy al gusto norteamericano) y, en fin, nunca podré considerar que 300 es una obra tan perfecta como algunos pretenden.

Eso sí, lo bueno que nadie se lo quite. 300 es una obra 100% entretenimiento, 100% calidad estética, 100% ritmo y, en resumen, una historia bien contada que no hará pensar demasiado, pero que tendrá al espectador completamente hipnotizado durante dos horas. Una de las mejores películas épicas de todos los tiempos.

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