6 de junio de 2007

Tideland

Terry Gilliam comentó en la rueda de prensa que su esposa había dicho unas palabras sobre Tideland que a él le habían gustado mucho: "con esta película debes relajarte, sentarte frente a la pantalla y dejarte transportar. Si pones alguna expectativa concreta sobre ella, es posible que no la veas cumplida". Esta especie de definición es quizá ambigua, pero también lo es la sensación con que uno puede salir de la sala. Personalmente, me debatí entre "simplemente buena" o "jodidamente buena", pero entiendo que más de uno estuviese entre "simplemente buena" o "una puta mierda". De hecho, a Terry ya le va este juego desde siempre. Uno de sus objetivos es provocar, hacer pensar. A todas sus obras les imprime un toque muy personal, una magia especial que poseen pocos directores hoy en día. Y si alguna vez resulta plano, o excesivamente comercial, es porque está cogiendo carrerilla para hacer el tipo de películas que le gustan. Ésta es una de ellas. Gustará o no, le hará retorcerse de asco o no, reirá o no, llorará o no, pero él ha conseguido lo que quería: que la gente reaccione.

Se la ha calificado como película de género, pero no sabría decir por qué. Supongo que tiene un aire de cine fantástico, pero bien podría ser una comedia negra, o un drama, o cine de aventuras, o una mezcla de todas. Tideland cuenta la historia de Jeliza-Rose, una niña de 9 años que vive en el seno de una familia completamente desestructurada. Acostumbrada a vivir en unas condiciones poco favorables (a su padre tiene que prepararle cada noche un chute de heroína, su madre puede llamarle "zorra" y "cariño" en la misma frase, etc.), Jeliza-Rose ha desarrollado una gran imaginación y se evade fácilmente de la realidad con la ayuda de sus cuatro mejores amigas (cabezas cortadas de muñecas). La repentina muerte de su madre le lleva a viajar con su padre a una casa perdida de Texas (herencia de la abuela) y allí comienza una nueva etapa de su vida, donde cualquier cosa es posible (ardillas que hablan, submarinos en medio de una pradera...). De la mano de sus vecinos Dickens (un chico con retraso mental) y su hermana Dell (una solterona excéntrica) encontrará nuevas posibilidades para su increíble mundo.

¿Y cómo es el mundo de Jeliza-Rose? Es difícil de describir, pero tiene algo de Alicia en el país de las maravillas y algo de Miedo y asco en Las Vegas. Nunca llega a ser una historia entrañable y llena de aventuras como las de Alicia, pero tampoco llega a ser tan escatológica y disparatada como Miedo y asco en Las Vegas. Todo tiene un aire surrealista, pero al final nada es tan mágico como parece. Si me apuran también tiene un aire a La vida es bella. La realidad es que Jeliza-Rose vive el fin de su familia, la decadencia final, y que el destino la pone en manos de una familia igual o peor. Y, sin embargo, ella encuentra aventuras y nuevos motivos para la felicidad allí donde ningún adulto podría verlos. Lo que Terry hace es ponernos en su piel. Y lo mejor es no evadirse, no querer verlo desde fuera.

Dejando de lado la historia, merecen una mención especial la excelente fotografía, la estética, completamente adaptada a la historia, y la magistral interpretación de la niña, Jodelle Ferland (también destacan Jeff Bridges en el papel de padre y Brendan Fletcher como Dickens).

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