14 de junio de 2007

Bajo las estrellas

Excelente debut el de Félix Viscarret en largometraje. Apadrinado por Fernando Trueba, el joven director navarro ha sorprendido a todos con una atrevida cinta, Bajo las estrellas, basada en la novela "El trompetista del Utopía" de Fernando Aramburu. Como dijo Trueba en el preestreno: lo mejor de Viscarret es que tiene un estilo propio, algo que muchos no llegan a conseguir nunca. Estoy de acuerdo, y en Málaga deben pensar parecido: mejor película, director, actor protagonista y guión novel.

La historia es relativamente simple: Benito, un trompetista de segunda fila, fracasado, borrachuzo y desorientado, vuelve a Estella, su pueblo natal, para asistir al entierro de su padre. Allí recupera parte del tiempo perdido con su hermano Lalo, bonachón e inocente, y decide que merece la pena alargar la visita para librarle de la mujer con la que va a casarse: Nines (en otro tiempo juerguista y demasiado precoz para todo). Sin embargo, al conocer a su hija Ainara (rebelde e introvertida) nace una amistad inesperada y se abren nuevos caminos.

Es difícil decidirse entre comedia con tintes dramáticos o drama con tintes cómicos. En todo caso, está garantizada la risa, incluso la carcajada, pero también tiene un punto muy emotivo, un trasfondo muy humano, con personajes perdidos, maltratados, infelices, fracasados. La vida no les sonríe demasiado y si alguna vez tuvieron sueños, los han olvidado. Sin embargo, en los demás encontrarán las motivaciones suficientes para seguir adelante. Y uno, a media película, puede estar concentrado, pensando en esas cosas, en lo cruel que puede ser a veces la vida, en las injusticias, etc. y de pronto escuchar alguna sandez en boca de Benito (Alberto San Juan) y no poder evitar doblarse de risa. Sin duda la acidez de este personaje, que llama puerca a su joven amiga, y que no tiene reparos en darle un poco de marcha al entierro de su padre, es uno de los puntos fuertes del filme. Los son, de hecho, todos los personajes, interpretados además de forma excelente.

Destacan también la fotografía de Álvaro Gutiérrez y la música de Mikel Salas (ambos elementos acertados, cuidados, acompañando siempre al tono de la historia pero sin tomar el protagonismo). En definitiva, una película de notable, amena, fresca, interesante, a la que, por poner alguna pega, quizá sobra algo de metraje.

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