14 de diciembre de 2010

También la lluvia

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La última película de Icíar Bollaín -que se estrenará el 7 de enero de 2011 en España- fue la elegida por la Academia para representar a España en los Premios Oscar. Encuentro que es merecedora de este honor. Y para mí el gran culpable de este reconocimiento es Paul Laverty ("El viento que agita la cebada", "Pan y rosas"), que vuelve a demostrar no sólo un gran talento para crear tramas originales y cautivadoras, sino su fuerte compromiso social, que esta vez gira en torno a la "Guerra del agua" acaecida en Bolivia a principios del presente siglo tras la privatización del abastecimiento de agua municipal. En el guión, por cierto, también intervino Alejandro González Iñárritu, quien al parecer estuvo cerca de dirigir "También la lluvia" hasta que finalmente se decantó por rodar "Biutiful".

"También la lluvia" aborda la difícil tarea de mezclar una trama de "cine dentro del cine" con una trama paralela que se centra en el conflicto del agua. Por una parte un grupo de cineastas "gallegos", encabezados por el director mexicano Sebastián (Gael García Bernal) y el productor español Costa (Luis Tosar), han llegado a Bolivia para rodar una película sobre la colonización de las Américas con el claro objetivo de ahorrar costes de producción. Por otra, los indígenas de Cochamba, que ahora se ven convertidos en extras de cine, se enfrentan a la terrible amenaza de no poder disponer de su agua por la privatización que el gobierno está llevando a cabo.

Las dos historias, la del rodaje y la del agua, se mezclan a la perfección desde el principio y ganan intensidad a medida que avanza la película. El afán del director y el productor por sacar adelante su película parece no tener límites, pero poco a poco se enfrentarán a una realidad que no pueden obviar: los indígenas tienen cosas más importantes en las que pensar. El problema del agua no puede pasarse por alto, y esto les complicará la vida a todos de forma definitiva.

La habilidad de Icíar Bollaín ha quedado patente al conseguir saltar de una historia a otra, del cine al metacine, de la realidad a la ficción, sin que el espectador se separe de la película en ningún momento. Para ello, claro, ha contado con la complicidad del gran Alberto Iglesias en la banda sonora y unas buenas interpretaciones por parte de sus protagonistas. Sorprende especialmente el correcto trabajo que desempeña el novato Juan Carlos Aduviri en el doble papel de líder de la resistencia indígena (la del presente, en la Guerra del Agua, y la del pasado en la Colonización). Y, por encima de todo, como dije, sobrevuela la sombra de Laverty, que ha dejado a su paso otro guión lleno de ironía, sarcasmo y una buena muestra de conciencia social.

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