24 de diciembre de 2010

No controles

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La nueva colaboración de Borja Cobeaga y Diego San José nos trae una amable comedia
de la que cabía esperar un paso más respecto a "Pagafantas". Sin embargo, me temo que con "No controles" se ha dado un paso atrás. El humor que caracterizaba a "Pagafantas", fresco, ágil, cercano... se ha diluido en un intento de gustar más y, quizá, a más gente. Es algo que se ve desde el reparto, donde destacan nombres y rostros por todos conocidos (sobre todo por los seguidores de series españolas) y desde la propuesta de la trama: chico recupera chica.

"No controles" es la historia de un joven periodista que estropeó su relación por el miedo al compromiso. Los meses han pasado, pero sus abuelos aún creen en la farsa que él les ha preparado en Navidad con la complicidad de su ex. Terminadas las celebraciones la pareja debe separarse, quizá para siempre y de una vez por todas, pero el temporal de nieve les deja en tierra y apelotonados en un mismo hotel. La noche de fin de año se presenta como su gran oportunidad para recuperarla. Y para ello cuenta con la ayuda de Juancar Litros y otros colegas de lo más chiflados.

La película no carece de gags y situaciones absurdas que hacen que uno, al menos, no se sienta defraudado. Creo que "No controles" cumple con el objetivo de hacernos pasar un rato entretenido, pero faltan elementos originales, falta continuidad en la línea que desarrollaron con "Pagafantas". Se echa de menos ese toque gamberro y más valiente de su anterior obra, que podría haber sido un buen trampolín para algo más desternillante y menos complaciente... menos cómodo.

14 de diciembre de 2010

También la lluvia

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La última película de Icíar Bollaín -que se estrenará el 7 de enero de 2011 en España- fue la elegida por la Academia para representar a España en los Premios Oscar. Encuentro que es merecedora de este honor. Y para mí el gran culpable de este reconocimiento es Paul Laverty ("El viento que agita la cebada", "Pan y rosas"), que vuelve a demostrar no sólo un gran talento para crear tramas originales y cautivadoras, sino su fuerte compromiso social, que esta vez gira en torno a la "Guerra del agua" acaecida en Bolivia a principios del presente siglo tras la privatización del abastecimiento de agua municipal. En el guión, por cierto, también intervino Alejandro González Iñárritu, quien al parecer estuvo cerca de dirigir "También la lluvia" hasta que finalmente se decantó por rodar "Biutiful".

"También la lluvia" aborda la difícil tarea de mezclar una trama de "cine dentro del cine" con una trama paralela que se centra en el conflicto del agua. Por una parte un grupo de cineastas "gallegos", encabezados por el director mexicano Sebastián (Gael García Bernal) y el productor español Costa (Luis Tosar), han llegado a Bolivia para rodar una película sobre la colonización de las Américas con el claro objetivo de ahorrar costes de producción. Por otra, los indígenas de Cochamba, que ahora se ven convertidos en extras de cine, se enfrentan a la terrible amenaza de no poder disponer de su agua por la privatización que el gobierno está llevando a cabo.

Las dos historias, la del rodaje y la del agua, se mezclan a la perfección desde el principio y ganan intensidad a medida que avanza la película. El afán del director y el productor por sacar adelante su película parece no tener límites, pero poco a poco se enfrentarán a una realidad que no pueden obviar: los indígenas tienen cosas más importantes en las que pensar. El problema del agua no puede pasarse por alto, y esto les complicará la vida a todos de forma definitiva.

La habilidad de Icíar Bollaín ha quedado patente al conseguir saltar de una historia a otra, del cine al metacine, de la realidad a la ficción, sin que el espectador se separe de la película en ningún momento. Para ello, claro, ha contado con la complicidad del gran Alberto Iglesias en la banda sonora y unas buenas interpretaciones por parte de sus protagonistas. Sorprende especialmente el correcto trabajo que desempeña el novato Juan Carlos Aduviri en el doble papel de líder de la resistencia indígena (la del presente, en la Guerra del Agua, y la del pasado en la Colonización). Y, por encima de todo, como dije, sobrevuela la sombra de Laverty, que ha dejado a su paso otro guión lleno de ironía, sarcasmo y una buena muestra de conciencia social.