24 de julio de 2007

Shrek Tercero

Sigue la caída libre del pobre ogro. Hubo un Shrek irreverente, tosco y sarcástico del que sólo quedan sombras. Hubo un burro tontorrón, pesado y graciosete del que apenas queda rastro, y algo parecido se podría decir de Fiona (que nunca tuvo demasiado chiste, todo sea dicho) e incluso del gato con botas, que se consolida como amigo inseparable de nuestro monstruoso amigo.

Con Shrek Tercero se pierde definitivamente la magia de este cuento, que debería darse ya por finalizado. Los guionistas estiran y estiran, probablemente a petición de los que huelen y manejan el dinero, pero ya no saben hacia dónde ir. Se agotan los recursos y los personajes son cada vez más blandos, menos sorprendentes, más... aburridos. Además, esta vez no hay personajes nuevos... al menos ninguno que destaque, que aporte algo nuevo. La historia, por otra parte, es relativamente entretenida, pero muy enfocada a un público infantil. Se acabaron las gamberradas y alguna que otra salida de tono. Todo es políticamente correcto, ningún animal sufrió daños mientras se rodaba esta película y bla bla bla. En fin, que al público adulto le puede entretener la trama, pero eso nunca ha sido la gran baza de Shrek. Lo genuino, lo auténtico de este cuento de ogros, era el gag absurdo, el disparate, la situación rocambolesca. Todo eso, a mi parecer, se empezó a perder en la segunda entrega, y muere finalmente en la tercera.

En fin, para mi gusto es la peor de las tres partes con diferencia. Un filme flojo, recomendable sólo para niños y adultos aburridos (era mi caso). De todos modos, sino tiene nada que hacer, si su pareja o sus hijos se empeñan, véala. No aburre, y eso ya es algo. Lástima que el cine se haya puesto a 7€. Si la hubiera visto en DVD quizá no me habría disgustado.

17 de julio de 2007

La heredera

Ambientada en la Nueva York de mediados del siglo XVIII, La heredera nos mete de lleno en las entrañas de la alta sociedad norteamericana de la época. Catherine Sloper (interpretada por Olivia de Havilland, que recibiría un Oscar por este papel) es hija de un rico doctor secretamente atormentado por la falta de simpatía, gracia y belleza de su única heredera, a quien constantemente recuerda las virtudes de su fallecida madre. No obstante, la ingenuidad y candidez de Catherine la mantienen en un aura de felicidad que sólo se ve amenazada por las exigencias de una clase social totalmente encorsetada. Su vida fluye sin grandes ajetreos hasta que en una de las múltiples fiestas a las que se ve obligada a asistir conoce a Morris, un joven galán que en seguida se muestra enloquecido por ella. Después de un breve cortejo, Catherine cae definitivamente rendida a sus pies y ambos deciden casarse. Sin embargo, el origen humilde de Morris y las sospechas de su padre, que desde el principio ve en él a un cazador de herencias, hacen que todo se complique y que la vida de Catherine cambie para siempre.

La heredera, basada en la novela homónima de Henry James, es sin duda una de las obras cumbres de William Wyler y del cine de los 40. Galardonada con 4 Oscar (actriz, dirección artística, vestuario y banda sonora) y otras 3 nominaciones (director, película y actor secundario) es en mi opinión una de las películas que ha retratado con mayor brillantez la evolución de un personaje (en este caso el de Catherine). De ingenua, cándida e insegura criatura, la heredera se convierte en un ser cruel, frío y recio sin que nadie ni nada pueda evitarlo. El fracaso amoroso, la decepción, el haberse sentido despreciada por su propio padre y otra serie de circunstancias acaban convirtiéndola gradualmente en una persona que nada tiene que ver con la que fue. Pocas veces un personaje protagonista sufre esta evolución, desde lo dulce hasta lo agrio, desde lo mejor del ser humano hasta su lado más oscuro. Y pocas veces un espectador puede sentir tantas emociones diferentes al observarle: lástima, simpatía, odio... Pero no sólo el personaje de Catherine brilla. Aunque más planos, los personajes del Dr. Austin (su padre) y Morris son otros dos grandes baluartes para este drama. Por una parte, el odio comedido que muestra el Dr. Austin por su hija, siempre incómodo en su presencia, avergonzado de su forma de ser y anclado al recuerdo de su esposa, y por otra el misterioso comportamiento del joven Morris, que tan pronto parece Romeo como un ladrón de guante blanco, hacen que en todo momento se mantenga la tensión y que uno sufra por el posible desenlace de cada encuentro a dos o tres bandas.

En definitiva, intenso drama que huye de los convencionalismos y que ofrece una visión diferente sobre el romanticismo. Gran duelo de mundos enfrentados, de valores e intereses abiertamente opuestos.

4 de julio de 2007

Café solo o con ellas

Al entrar al cine sólo cabe una pregunta: ¿será tan mala como parece? Y al salir sólo una respuesta: pudo ser peor. ¡Ojo! Esto no quiere decir, ni mucho menos, que sea buena. Ni siquiera es mediocre. Pero se queda en malilla, torpona, facilona, simple, vacía y otra serie de adjetivos que nunca son de halago, pero que podrían ser más corrosivos.

Del argumento no hace falta ni hablar. Cuatro treintañeros buscan su lugar en el mundo, y todo gira, lógicamente, en torno a las mujeres. Que si yo quiero casarme, que si a mí me han dejado, que si yo no me como un rosco, que si yo soy un ligón pero no encuentro el amor... en fin, cuatro situaciones más vistas que el tebeo, que se mezclan sin gracia ni arte y que sólo de vez en cuando son capaces de ofrecer alguna situación cómica merecedora de una sonrisa.

Café solo o con ellas será otra de esas películas que en dos días pasan al olvido. Aprovechando la fama de un par de actores de televisión y el tirón del formato "comedia romántica ñoña, pero graciosa, pero no tan graciosa ni tan ñoña" se lanzan al cine con la esperanza de que los cuatro adolescentes aburridos y las cuatro parejas despistadas que pululan por las multisalas se traguen este engendro. Es mala sin reparos, pero no mata de aburrimiento. Si no tienes nada mejor que hacer y alguien te paga la entrada, puede que hasta agradezcas alguna de las cuatro gilipolleces que hacen reír en toda la película. De hecho, si no buscaran descaradamente las situaciones fáciles, supuestamente emotivas o dulces, hasta habría tenido algún interés. Y también habría que cambiar a la mayoría de los actores, de los que sólo salvo al regordete. Y también la banda sonora, con éxitos de los 40 metidos para rellenar o para que te pongas tristón sin venir a cuento. Bueno, pensándolo bien, sobran tantas cosas que habría que hacer otra película para que tuviera interés.